Artie Shaw - Beguin The Beguine (1938)
El jazz es la música norteamericana por excelencia. Con tal contundencia que es famosa la aseveración de Clint Eastwood: "sólo existen dos formas de arte genuinamente americanas: el jazz y el western". Si tenemos esto en cuenta nos será fácil comprender que la historia del jazz, es decir la historia del género y de sus músicos, es inseparable de la historia social, económica y política de los Estados Unidos de América.
De este modo nos damos cuenta de que los rasgos definitorios de la música de jazz como pueden ser la improvisación y creación espontánea de nuevo material o la síntesis de influencias dispares son indicativos de los carácteres constituyentes de los EE. UU. como nación.
Del carácter depresivo del blues rural al júbilo del scat singing de Louis Armstrong, de la técnica orquestal de Duke Ellington a la improvisación del bebop de Charlie Parker o del amable swing de Glenn Miller al carácter contestatario del free jazz de Ornett Coleman, indagar en la historia del jazz supone en último término indagar en buena parte de la historia de los Estados Unidos.
En los años sesenta el musicólogo William W. Austin llegó a la conclusión de que durante el siglo XX habían aparecido cuatro nuevos estilos musicales de importancia (tres europeos y uno americano): los liderados por Schoenberg, Bartók y Stravinsky y el jazz. Para Austin el jazz:
"Se trata de una música profundamente vinculada a la tradición. Su tradición vinculada con el pasado acaso sea más importante que su indiscutible carácter novedoso.Una de las diferencias principales del estilo americano frente a los europeos será la perfecta fusión entre autor e intérprete. La semejanza mas importante quizás sea la relevancia del ritmo.
Los nuevos estilos [...] muestran que sus diferencias son más importantes que las semejanzas. Sin embargo, la semejanza, por muy superficial que sea su carácter, tiene gran importancia desde una perspectiva histórica."
William W. Austin, La Música en el Siglo XX